Un profesor de ética
fue Fernando Savater
hasta que, con muy mal pie,
aceptó el Premio Planeta.
Lara, rey mago atroz,
llamó –toc, toc- a su puerta,
guiado por una estrella
símbolo de corrupción.
No hubo incienso ni mirra,
tampoco literatura;
sólo una gran cara dura,
pétrea, férrea, ¡diamantina!
Puso en su mano un doblón.
–¿Es este el precio de tu alma?
–¡Es más del doble!, ¡caramba!
-fue lo que filosofó.
Pregunta un hijo a su padre:
–Papá, ¿por qué este rey mago
nada me trajo esa noche?
–No es sueño o ilusión, mi prole,
lo que el quiere en tu zapato:
sólo compra dignidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar: